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Gracias a la fundación, volví a creer en mí. Llegué buscando ayuda legal, pero encontré mucho más: acompañamiento psicológico, orientación espiritual y apoyo para sacar adelante mi emprendimiento. Hoy tengo esperanza, un proyecto de vida y la certeza de que no estoy sola.
Cuando todo parecía perdido, la fundación fue mi refugio. Me escucharon sin juzgar, me ofrecieron apoyo psicológico y me ayudaron a capacitarme para iniciar mi pequeño negocio. Hoy sonrío con esperanza, porque sé que no estoy solo y que con ayuda, sí se puede salir adelante.
Llegué con el alma rota y sin rumbo, pero en la fundación encontré una mano amiga, oración, escucha y guía. Me ayudaron a sanar por dentro, a conocer mis derechos y a formarme para empezar de nuevo. Hoy camino con fe, fuerza y propósito.